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La historia lésbica de Chueca a golpe de Zarzuela

Somos Chueca

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Pikara Lab, el laboratorio de periodismo transmedia creado por Pikara Magazine para publicar especiales con diseños y formatos innovadores, lanzaba a finales de noviembre 'Chica de género chico', un reportaje de Bárbara G. Vilariño ilustrado por Señora Milton que nos adentra en la historia de las primeras pioneras que visibilizaron desde Chueca la realidad de las lesbianas.

Como hilo conductor de todas ellas, el género chico, cuya máxima figura (Federico Chueca) da nombre a uno de los puntos más emblemáticos del barrio: la Plaza de Chueca. «El barrio de Chueca construyó una nueva identidad en el Madrid de los 90 con lo dulce de los azucarillos y lo duro del aguardiente», nos avanza la introducción.

Discotecas y pubs como el Smoke o el Lucas, pero también negocios de día como la librería Berkana, se convirtieron en puntos de encuentro de diferentes maneras de vivir el amor sin tapujos y parada indispensable para muchas lesbianas madrileñas.

Con Mili Hernández como principal motor del activismo LGTB, esta “librerilla de Chueca” confiesa que construyó «su identidad de lesbiana de una manera muy poderosa y siempre sin esconderme, por eso me decidí a dejar mi trabajo en una agencia de viajes y embarcarme en la primera librería gay de España [Berkana]».

Berkana abrió sus puertas inicialmente en la misma plaza de Chueca y fue uno de los primeros negocios de día del barrio, que además hizo accesible la cultura LGTB. Gracias a ella y sus novelas románticas muchas mujeres aprendieron a amar y muchos emprendedores se atrevieron a apostar por negocios más allá de las saunas, como El Armario, Café XXX o La Sastrería.

Una regeneración del barrio muy unida al activismo LGTB que en 1993 culminó con la publicación (por parte de 20 negocios de Chueca) del primer ‘mapa gay’, que fue objeto de estudio en la Facultad de Geografía e Historia de la Complutense de Madrid.

«Hicimos el mapa porque constatamos que nos habíamos convertido en puntos de información para todo el mundo; era necesario tener una hoja de ruta y reapropiarse de las calles», explica. La masificación de guías de ocio gay dejó sin sentido una nueva edición del mapa, que tuvo su última edición en 2010.

Detrás de la barra del bar Lucas, Luisa fue testigo de muchas relaciones furtivas entre mujeres que encontraban en el local un espacio seguro donde vivir su amor, como la historia de dos mujeres gitanas (una de ellas casada), que se veían allí a escondidas.

Nuria, que fue camarera en varios locales como La Bohemia, recuerda con nostalgia los primeros Orgullos y atesora en su memoria esa mezcla de lucha y miedo que vivieron las personas de su generación, constantemente vigilantes de la ley de vagos y maleantes.

«Ahora en Chueca lo que más abundan son franquicias y negocios que perdieron la esencia de las tiendas de siempre. Hasta los propios homosexuales, a medida que cumplimos años, huimos de allí porque buscas algo más tranquilo», lamenta Nuria acerca de la comercialización del barrio.

Desde el Smoke Raquel y Feli resisten con la seña de identidad acuñada en 1995. Son las lesbianas maduras, de más de 40 años, las que consideran este local como un centro social y punto de encuentro indispensable.

No saben cuántas noches más aguantarán Feli y Raquel, al borde de la jubilación. Puede que la respuesta esté en la erradicación del prejuicio de que a cierta edad hay que quitarse de los espacios de ocio y comunidad.

Tampoco podía faltar la revoltosa Boti, segunda mujer presidenta de la Federación Estatal de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales (FELGTB) y primera lesbiana visible candidata al Congreso de los Diputados por Izquierda Unida.

Como Boti, Empar Pineda, es una activista LGTB y uno de los grandes iconos del feminismo lesbiano que forjó su identidad en los años sesenta, cuando la palabra lesbiana no era parte del imaginario. Con un pie en Barcelona y otro en Chueca, vivió todos los estadios de la lucha feminista y LGTB.

Una de las principales promotoras de los grupos de lesbianas mayores, señala lo necesario de que haya más referentes de cierta edad. Como Boti, otra cabeza de cartel de estas historias vivas del activismo, comunica sus aprendizajes: “Compartir lo que tú eres y cómo te sientes es la base de la felicidad. Ser cada vez más felices es algo que nos debemos las mujeres mayores”, y esto, sentencia, “solo depende de una misma”.

Completan el especial las historias de Rebeca, LolaElena TóxicaSusana Trigueros y Rosa y Helle. Todas estas chicas de género chico, conocidas o anónimas, también han sido orquestadas, «para que la canción que resuene en el eco histórico del barrio de Chueca no sea la del olvido».

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