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El Orgullo LGTB, ¿tan beneficioso para Chueca como dicen sus organizadores?

Somos Chueca

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Que el consumo se reactiva y la población de Chueca crece durante los festejos del Orgullo LGTB es algo que nadie puede negar. Sin embargo, la Asociación de Vecinos del barrio de Chueca (AVChueca) sostiene que los ingresos no son tan elevados como apuntan sus organizadores y que los comercios del barrio no dedicados al sector de la noche no sólo no mejoran su caja, sino que pueden llegar incluso a perder entre un 25 y un 50 por ciento respecto a un fin de semana normal.

Su argumentación se respalda en el estudio 'Dinámicas del turismo en la ciudad de Madrid', publicado por el BBVA en 2012 con datos comparativos de los años 2011 y 2012, donde se dedica un apartado específico al impacto económico de los días en que se celebra el Orgullo. Las conclusiones mostradas se basan en los datos recabados por los sistemas de pago electrónico de esa entidad financiera y no se aplican coeficientes que extrapolen a la totalidad de los pagos realizados por otros medios.

Mientras Juan Carlos Alonso, presidente de la Asociación Comercio, Ocio, Turismo y Cultura Gayfriendly (AEGAL) cifraba en la rueda de prensa de la presentación del programa los beneficios del Orgullo en 110 millones de euros, según AVChueca este evento tan sólo aportaría a Madrid unos 24 millones de euros con respecto a otro fin de semana homologable, muy lejos de las estimaciones de los promotores.

De ellos habría que descontar, puntualiza el presidente de AVChueca, el coste que supone la celebración para las arcas municipales en materia de limpieza y dispositivos de seguridad y emergencias. Como comparación, otra cita importante en el calendario de la Comunidad de Madrid por la afluencia turística como el Puente de la Constitución –al que el informe del BBVA dedica otro capítulo– generaría 17 millones de euros más de beneficios.

El informe analiza, además, el impacto por barrios. En el caso del de Chueca los datos reflejan que los comercios que no se dedican al sector de la noche y el alcohol experimentarían en esas fechas un descenso de entre el 25 y el 50 por cierto, según las calles.

La manifestación, la estrella de la celebración

Más allá de las valoraciones económicas, lo que ha sido un éxito incuestionable este año ha sido la Manifestación Estatal del Orgullo LGTB, que en su nuevo recorrido ha recuperado el esplendor de tiempos pasados y ha mejorado notablemente la seguridad del evento, permitiendo al público seguirla en mejores condiciones. Resulta imposible calcular la afluencia real de personas a este evento que colapsa el centro de la ciudad durante horas, aunque los organizadores repiten las cifras del pasado año: 1.200.000 de personas.

Por lo que se refiere al “núcleo” reivindicativo de la marcha, se apreció una gran afluencia, que insistía en recordar que no era un desfile sino una manifestación y que ‘No es Orgullo Gay, es LGTB’. Además, gran número de familias con niños participaron plenamente de la fiesta. Pancartas y mensajes se visibilizaron y las treinta carrozas brillaron bajo un sol de justicia, atravesando majestuosas la Glorieta de Atocha, el Paseo del Prado, Neptuno, Cibeles y el Paseo de Recoletos.

Un entusiasmo que se dejó sentir más allá del recorrido oficial y que obligó a cortar la Gran Vía hasta altas horas de la madrugada ante la afluencia de público, dejando muy claro que la comunidad LGTB madrileña siente esa calle como suya. A la luz de los hechos, el abandono de la Gran Vía no solo no ha hecho que el Orgullo vaya a menos, sino que ha permitido su expansión.

No obstante, sí que se han echado de menos más contenedores de basura y aseos portátiles (sólo presentes en la Plaza del Rey y totalmente insuficientes para cubrir las necesidades de la concurrencia). Por no hablar de lo incomprensible de mantener el tráfico rodado en la calle Barquillo y permitir a los coches aparcar durante esos días en esa vía, poniendo en peligro la integridad de las personas que participaban en las actividades de la Plaza del Rey y convirtiéndola en un auténtico polvorín.

A todo se le suma la total ausencia de controles policiales. Este año nadie ha controlado los accesos a la Plaza, por lo que tanto el botellón como los lateros han campado a sus anchas por todo el barrio. ¿El resultado? Cristales rotos y más de una intervención del SAMUR por cortes.

Unas fiestas muy deslucidas

Ni las banderas multicolor ni las decoraciones especiales de los escaparates del barrio han podido evitar que el ambiente popular y verbenero que caracterizaba al barrio durante la semana del Orgullo se haya resentido. Las limitaciones de ruido y la eliminación de la Plaza de Chueca como escenario principal de los festejos a última hora por obligación del Ayuntamiento han acabado por deslucir la fiesta durante los días previos a la marcha.

La Plaza del Rey y la de Callao (esta última fuera del barrio) se quedaban como los dos únicos espacios en los que se han podido llevar a cabo las numerosas actividades culturales y musicales programadas para estos días, que muchos han considerado por debajo del nivel de años anteriores. La realidad es que el sábado la afluencia fue tal que hasta se tuvo que cortar la Gran Vía.

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