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Chueca, el maestro de la zarzuela que da nombre a todo un barrio

Libreto de 'La Gran Vía' y retrato de Federico Chueca | WIKIPEDIA

Somos Chueca

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Un 5 de mayo de 1846 nacía en Madrid Pío Estanislao Federico Chueca y Robres, uno de los más conocidos compositores de zarzuela y autor de obras tan populares como ‘Agua, azucarillos y aguardiente’ o ‘La Gran Vía’, que le da nombre a uno de los espacios más conocidos del barrio.

Aunque comenzó sus estudios en el conservatorio a los ocho años, la presión de su familia porque estudiara Medicina propició que abandonara su formación musical oficial y que aprendiera de manera autodidacta, con un talento que le convirtió en uno de los músicos más célebres de su tiempo.

Su primera gran obra, Lamentos de un preso, la compuso tras su detención en una de las manifestaciones estudiantiles contra el gobierno de Narváez en 1866, que le mantuvo varios días preso en la madrileña cárcel de San Francisco.

Francisco Asenjo Barbieri, su padrino musical, se encargó de la orquestación de la obra y le convenció para que abandonara su carrera como médico y se dedicara de pleno a la música.

No fue el único apoyo que tuvo para lanzarse a ser compositor. Tomás Bretón y Joaquín Valverde fueron importantes aliados en su trayectoria musical, en la que también trabajó como pianista y fue director del Teatro Variedades. La ironía, uno de los puntos fuertes de Chueca

Sus composiciones alegres y sus letras irónicas lograron conquistar al público de todas las condiciones sociales y hasta al filósofo alemán Friedrich Nietzsche, que alabó la zarzuela de ‘La Gran Vía’ y la genialidad de Chueca en esa obra por su picardía, ironía y malicia de números como la Jota de los ratas.

Desde un punto de vista técnico, las zarzuelas de Chueca consiguen un perfecto equilibrio entre la mazurca, el chotis, la polca y el resto de estilos musicales populares de esa época. Una armonía que también alcanza a la hora de integrar melodía y letra.

Chueca aprovecha sus composiciones para abordar, desde una perspectiva irónica, muchas situaciones injustas (como la explotación laboral) e inquietudes sociales y políticas.

No resulta sorprendente que las autoridades de Madrid, temerosas de que los barrios bajos emularan a ese patio de vecindad, censuraran las representaciones de La canción de la Lola (1880) o que La Gran Vía estuviera cuatro años consecutivos en cartel en el Teatro Apolo. La Gran Vía, una obra musical muy atemporal

La Gran Vía Estrenada la noche del 2 de julio de 1886 en el Teatro Felipe de Madrid (un recinto desmontable que durante varios veranos se instaló en el solar de la Plaza de Cibeles donde actualmente se encuentra el Palacio de Comunicaciones, sede de la alcaldía), lo que inicialmente fue una pieza menor se convirtió en todo un éxito por su afortunada letra y sus pegadizas melodías.

Esta obra es tan atemporal que prácticamente en la actualidad la historia sigue conectando con el público. La mayoría de sus personajes son alegorías que van desfilando a los ojos de un Paseante en Cortes que camina por el centro de Madrid, ante el inminente alumbramiento de doña Municipalidad (la Gran Vía).

En ella se presentan, entre otros personajes, las distintas calles y plazas del centro, muchas de ellas aún existentes (Sartén, Candil, Toledo, Sordo, Mayor, Pez, Ancha, Libertad, Ave María, Válgame Dios…), que se quejan de la completa innecesidad de una Gran Vía para Madrid.

Para hacer honor a las características de la ‘revista de sucesos o de actualidad’, en las reposiciones posteriores a su estreno se le fueron agregrando nuevos números musicales acordes a los hechos más relevantes del momento en el que se representaba la obra: como el Tango de Doña Virtudes, el Vals de la seguridad, el Pasacalle de los sargentos, el Coro de los dependientes del bazar o el Vals del juego. De una pequeña plaza a dar nombre a todo un barrio

La Plaza de Chueca es un pequeño espacio que surge en el ensanchamiento de la calle Gravina, cuando se derribaron los edificios en los que estaban La Galera (una prisión de mujeres) y otras cárceles militares para abrir la calle San Gregorio y la calle Augusto Figueroa (entonces calle de Santa María del Arco).

En sus proximidades se encontraba la huerta de los duques de Frías y su primer nombre fue el de plaza de San Gregorio Magno por la estatua del santo que lucía la entrada de la quinta de los marqueses de Minaya.

Desde el año 1943, como homenaje al compositor madrileño Federico Chueca (fallecido en 1908), cambió su nombre por el de Plaza de Chueca, denominación que conserva y en la actualidad.

A pesar de sus reducidas dimensiones, la imagen de Chueca se ha extendido más allá de este espacio que, aunque administrativamente es el barrio de Justicia, se conoce popularmente en todo el mundo como barrio de Chueca.

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