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El Cabildo de Gran Canaria conmemora el Día de la Tierra Palestina

Conmemoración del Día de la Tierra Palestina.

Canarias Ahora

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El Cabildo de Gran Canaria ha conmemorado, este jueves el Día de la Tierra Palestina, en un acto en el que ha querido visibilizar el drama que vive la población desde hace 75 años por la ocupación israelí y de la que es fiel reflejo la exposición Escenografía de un genocidio, que se inauguró en la tarde de este jueves tarde, y en el que también se presentó el libro Palestina. De los Acuerdos de Oslo al apartheid, de José Abu-Tarbush e Isaías Barreñada, y se escucharon las canciones del cantautor palestino NaVil.

El evento, organizado por el programa Gran Canaria Solidaria de la Consejería de Solidaridad Internacional, que tutela Carmelo Ramírez, con la colaboración de la Comunidad Palestina en Canarias y de Mujeres por la Paz y Acción Solidaria con Palestina, tuvo lugar en el patio interior de la sede del Cabildo y contó con la participación del consejero del Área; del ya citado José Abu-Tarbush, doctor en Ciencias Políticas y profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna, y del periodista Javier Granados.

Todos ellos, junto a las y a los asistentes al acto, fueron los primeros en conocer las 31 obras de artistas palestinos y canarios que configuran la muestra Escenografía de un genocidio, que se expone en la cristalera de la casa palacio el Cabildo y que ha nacido “como un gesto reivindicativo que dignifica la lucha justa de un pueblo perseguido”, sostuvo Fátima Suleiman Afonso, presidenta de la Comunidad Palestina en Canarias.

Suleiman, que también es la comisaria de esta exposición, destacó que en la muestra se hace una mención especial, desde el dolor, a la artista plástica Heba Zagout, que fue asesinada junto a toda su familia en la Franja de Gaza por los bombardeos. “Vamos a poder tenerla presente entre nosotros, a través de una pequeña exposición de su obra, como homenaje a su figura, que representa la lucha y el sufrimiento de todo un pueblo valeroso”, manifestó.

Asimismo, dedicó una mención especial a las y a los artistas gazatíes, que, habiendo perdido sus viviendas y a gran parte de sus familiares en los bombardeos indiscriminados, “siguen creando obras en las condiciones más adversas, transmitiéndonos la lucha y el sufrimiento de un pueblo asediado, bajo el terror de las bombas, así como impartiendo talleres a los niños, para conseguir hacer que se evadan de la cruda realidad”, subrayó. “Ellos nos repiten continuamente una frase que se nos ha quedado grabada a fuego: ”todavía respiramos“. No tenemos certeza, a fecha de hoy, de que sigan vivos todos”.

Y es que, como recordó, “un día como hoy, en 1976, la población palestina en Galilea convocó una huelga general, para protestar por el robo de tierras agrícolas palestinas por el Estado de Israel, con el fin de construir colonias judías y un campo de entrenamiento militar. Ese día, se sucedieron diversas manifestaciones, en las que siete jóvenes palestinos desarmados fueron asesinados a manos del ejército israelí. Desde entonces, se conmemora el Día de la Tierra”, relató. “Este robo se enmarca en una política continuada por parte del estado sionista de Israel, de apartheid, exterminio y limpieza étnica desde hace más de 75 años y llevado a cabo con la más absoluta impunidad”.

“Tres décadas perdidas” desde los Acuerdos de Oslo

El acto también se convirtió en el escenario para la presentación del libro Palestina. De los Acuerdos de Oslo al apartheid, que se publicó en septiembre de 2023, para conmemorar el 30 aniversario de la firma de esos acuerdos, en septiembre de 1993. “Tres décadas perdidas”, afirmó el coautor de la obra, José Abu-Tarbush, “porque no se avanzó en su propósito, que, en teoría, era fundamentalmente llegar a una paz entre palestinos e israelíes”.

Y es que, 30 años después de aquellos pactos, Abu-Tarbush consideró que el balance no puede ser más “desolador”. “La situación de los territorios palestinos ocupados es mucho peor que antes de dichos acuerdos. El panorama político se ha ensombrecido, con un incremento de la violencia estructural inherente a la ocupación militar y colonial, como se ha manifestado en las sucesivas agresiones militares registradas desde entonces, en particular en la bloqueada y castigada franja de Gaza”, aseveró. “En lugar de aligerar y acabar con la ocupación, los sucesivos gobiernos israelíes la han reforzado y perpetuado desde entonces, al mismo tiempo que han imposibilitado deliberadamente la implementación de un mini-Estado palestino con continuidad territorial, cohesión demográfica y viabilidad económica”.

El conflicto en la Franja de Gaza es una muestra más de esa realidad, “para la que no parece vislumbrarse una pronta solución, porque, a su juicio, la cuestión de Palestina ha registrado sucesivos episodios de violencia que, multiplicados en el tiempo, debido a su prolongada irresolución, seguirán reproduciéndose, mientras no se vea implementada una solución justa y definitiva”, vaticinó. “El ciclo actual señala un indudable punto de inflexión, de consecuencias todavía imprevisibles e inciertas. La apuesta militarista israelí no contempla ningún horizonte político de resolución, solo el refuerzo más agresivo de la ocupación, con el robustecimiento de las tesis más ultraderechistas, supremacistas y colonialistas, además de la deshumanización de la población gazatí como supuesta responsable”.

Y todo ello, con el trasfondo del fracaso de los Acuerdos de Oslo en los que profundiza su libro y que atribuyó a las dificultades que enfrentó el proceso. En concreto, se refirió a la asimetría de poder entre las partes, “donde Israel era la potencia militar ocupante y la parte palestina era el pueblo ocupado”, así como a la ambigüedad constructiva, ya que, “los palestinos interpretaron que el objetivo era el fin de la ocupación militar israelí y el establecimiento de un estado palestino, en los territorios ocupados desde 1967 y con Jerusalén como capital. Pero algunos israelíes interpretaron cosas diferentes, porque Netanyahu pensó que era paz por paz, como si no hubiera nada que negociar y como si la ocupación militar de otro país fuera una legalidad, cuando es una ilegalidad internacional”, sentenció.

También citó las graves consecuencias de la falta de verificación sobre el terreno del cumplimiento de los pasos y los compromisos adquiridos y, por último, hizo especial hincapié en “la mediación parcial y deshonesta de Estados Unidos, porque reemplazó el papel que le correspondía a Naciones Unidas y medió entre palestinos e israelíes, pero de una manera muy escorada hacia el lado de Israel”. Una actuación que “se sigue viendo a día de hoy, cuando, en la Franja de Gaza, contemplamos esta matanza que, según entienden algunos, es constitutiva de genocidio, porque Estados Unidos ha votado tres veces consecutivas, en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, para impedir que se exija el alto el fuego”, lamentó.

De hecho, el profesor defendió que “Oslo constituyó para Israel una cortina de humo para seguir con su escalada colonizadora. Solo cabe remitirse a los hechos. Mientras en la esfera exterior mantenía la ficción del proceso de paz, con la contención o neutralización de las críticas, en los territorios palestinos (Jerusalén Este incluido) siguió su colonización desde los inicios de Oslo”, expuso. “Entonces, el número de colonos rondaba los 200.000, cifra que se ha incrementado hasta los 750.000 de la actualidad, implantados en 200 asentamientos, a los que se suman más de 200 colonias de vanguardia a la espera de su legalización por el Gobierno israelí, junto a 136 zonas, destacamentos y bases militares”.

En este escenario, Abu-Tarbush aseguró que “la ocupación ha creado en los territorios palestinos la cárcel más grande de la tierra, como afirmaba el historiador israelí Ilan Pappé. Si los primeros años del proceso de Oslo fueron una sucesión de acuerdos, cumplimientos parciales y retrocesos, desde el año 2000, la situación se caracteriza por la ruptura de cualquier lógica de cooperación. Israel toma unilateralmente las medidas que le conviene y las impone por la fuerza, recurriendo a la violencia contra civiles que protestan o se sublevan”, concluyó.

Canciones de vida

El broche final de la jornada lo puso la voz de NaVil, un cantautor y activista de origen palestino afincado en Barcelona, que defiende con sus canciones los derechos del pueblo de sus padres, que tuvieron que huir de su tierra debido a los acontecimientos de la Nakba, la “catástrofe” que señala el éxodo de 700.000 palestinos y palestinas, que perdieron sus casas y sus medios de vida como consecuencia de la guerra árabe-israelí de 1948, que provocó la despoblación y destrucción de más de 500 poblados, la negación del derecho al retorno y la creación de refugiados palestinos permanentes, y que dio inicio al conflicto que hoy mantienen ambos pueblos en la Franja de Gaza.

Anoche, NaVil ofreció un repertorio en el que puso voz a la discriminación racial, a las colonias ilegales, al muro que separa a árabes e israelíes, y, en definitiva, a la lucha incansable que mantiene la comunidad palestina por el reconocimiento de sus legítimos derechos.

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