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Bolardos: ¿un mal necesario?

Bolardos en la calle San Marcos | SOMOS CHUECA

Somos Chueca

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Uno de los grandes objetivos del proyecto de reforma de once calles de Chueca era acabar con los obstáculos en la acera, incluidos los bolardos, que convirtieran al barrio es un espacio sin desniveles, más cómodo para el peatón.

Para ello se apostó por un diseño de plataforma única, que sitúa al mismo nivel calzada y acera, y por el uso del mobiliario urbano y los árboles como sustituto de estos incómodos y antiestéticos elementos que se usan para impedir el paso o el aparcamiento a los vehículos.

Poco duró esa imagen idílica de unas calles libres de bolardos. A pesar de ese deseo del Ayuntamiento de Madrid de no incorporar este tipo de elementos en las vías reformadas durante el desarrollo de las obras tuvo que dar marcha atrás y comenzar a colocarlos.

A petición de residentes y comerciantes se tuvieron que añadir numerosos bolardos para impedir que los coches invadieran en sus giros las aceras, muchas veces de manera inconsciente, pues al no existir desnivel los vehículos no detectan que están entrando en el espacio peatonal.

Así, donde antes había solo un par de bolardos, ahora hay un despliegue mayor para poder cubrir los giros, que son mucho más amplios debido a que las aceras son más amplias que antes de la reforma. Buen ejemplo de ello es la confluencia de las calles Hortaleza y Santa Brígida (en la imagen superior), donde se ha querido destacar la fuente de los galápagos.

También se han tenido que añadir bolardos en determinados puntos para evitar estacionamientos inadecuados sobre la acera. Una problemática que no ha quedado resuelta en algunos casos.

Por ejemplo, en la calle Santa Brígida vecinas y vecinos reclaman la instalación de bolardos o de una solución alternativa que evite que los coches bloqueen el paso por la acera y les obligue a invadir la calzada para continuar la marcha prácticamente a diario.

Basta con dar una vuelta a pie por Chueca para ver que, incluso los bolardos, no se libran del impacto de los coches. Muchos de ellos, al igual que las señales, han perdido la verticalidad por golpes reiterados de vehículos, la mayoría de grandes dimensiones, tanto en sus desplazamientos como a la hora de estacionar en lugares que no pueden hacerlo.

Antiestéticos, incómodos, potenciales responsables de golpes entre los peatones… muchos son los argumentos para desterrar los bolardos del espacio urbano. Un mal que parece necesario mientras queden personas incívicas que interpreten que las aceras son también para los coches.

Un mayor conocimiento de cómo desplazarse por calles de plataforma única como las de Chueca, una mayor empatía con los peatones y un mobiliario urbano que disuada de aparcar o subirse a la acera serían soluciones mucho mejores para decirle adiós a los bolardos. Más información:

Guía práctica para circular y moverse por calles de plataforma única Vecinos de Santa Brígida continúan su lucha contra los coches mal aparcados Vecinos de la calle Santa Brígida reclaman bolardos para evitar atropellos

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