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El animalista, feminista y antitaurino mensaje de Amaral por San Antón

Eva Amaral durante su pregón en las Fiestas de San Antón 2019 | SOMOS CHUECA

Somos Chueca

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Tomando el relevo de pregoneras como Elvira Lindo y Ruth Toledano, Eva Amaral y su compañero Juan Aguirre, componentes del grupo Amaral, han afrontado el reto de dar el Pregón de San Antón con un mensaje animalista y antitaurino, en el que también ha habido referencias a la extrema derecha y al feminismo.

Rodeados de muchas madrileñas y madrileños y acompañados en el escenario por la alcaldesa de la ciudad, Manuela Carmena; el Concejal de Distrito Centro y delegado de Economía y Hacienda, Jorge García Castaño; el Padre Ángel, responsable de la Iglesia de San Antón; y representantes de las entidades SEO/Bird Life y GREFA, han recordado a los presentes que durante sus primeros años en la ciudad fueron vecinos de Chueca, barrio por el que continúan teniendo mucho cariño.

“Un gato es un gato y un hombre es un bicho.”, arrancaba el pregón de Amaral, para quien ningún lugar refleja mejor ese dicho gallego que Madrid, “donde habitan gatos, gatas y bichos de todas las especies llegados de un sinfín de lugares”.

También ha recordado la historia de su vecino Valentín, que de taurino convencido tornó su pensamiento cuando llegó a la familia una nueva mascota, un gato que le hizo ser consciente del sufrimiento animal de la tauromaquia. Desde el escenario, Eva ha pedido a San Antón que “abra los ojos de los que contemplan desde el tendido para que además de mirar, vean”.

En su discurso tampoco ha faltado una referencia a las mujeres, simbolizadas en las hembras de las numerosas aves que, cada vez más, sobrevuelan la ciudad atraídas por la renaturalización del Manzanares. “Quizás ya lo sepáis pero resulta que en las rapaces es habitual que la hembra de la especie sea más grande que el macho”, ha apuntado.

Emocionada, ha alzado la voz para responder a todos aquellos que atacan al feminismo: “Así que las señoras águilas imperiales y reales que anidan en Madrid siempre serán más fuertes que cualquier pájaro de los que viven en las banderas”, ha sentenciado.

Tras una gran ovación, ha continuado con el pregón, en el que también ha tenido hueco un señor que pasea a su perro por la placita del convento de La Encarnación y que se encarga de alimentar a los gorriones. Un pequeño San Antón que, con sus migas de pan, les ayuda a sobrevivir en este hostil espacio urbano.

Asimismo, ha pedido al patrón de los animales que proteja a la fauna de la ciudad y a todas aquellas personas que, con sus pequeños gestos cotidianos, les cuidan, rescatan, conviven, acogen y protegen. “Bendícelos a todos ellos y a los bichos que lo han hecho posible”.



Pregón de Amaral para San Antón 2019



17 de Enero de 2019



Un gato es un gato y un hombre es un bicho.



En ninguna ciudad es más acertada esta libre interpretación del dicho gallego que en Madrid, donde habitan gatos, gatas y bichos de todas las especies llegados de un sinfín de lugares.



Juan y yo vinimos desde Zaragoza como aves de paso hace más de 20 años y aquí encontramos nuestra casa. No os podéis imaginar la ilusión que nos hace estar hoy con vosotros leyendo estas palabras.



Hemos sido vecinos del barrio de Chueca y siempre disfrutamos estas fiestas de San Antón como un momento realmente especial donde celebramos que el destino de bichos y animales está más unido de lo que parece. Incluso en una gran urbe cubierta de asfalto como esta podéis encontrar historias cotidianas que hablan de nuestra hermandad y de cómo esa convivencia nos hace más humanos.



Como la de mi vecino Valentín, cuyo gato demandaba que le acariciaran el lomo mientras comía. Valentín era muy taurino antes de que ese precioso gato blanco llegara a la familia. Me contó que una tarde en Las Ventas de repente su corazoncito hizo "click" y empezó a ser consciente del sufrimiento del animal en el ruedo. No volvió a la plaza.



Que San Antón bendiga la bondad de Valentín y abra los ojos de los que contemplan desde el tendido para que además de mirar, vean, como hizo con mi vecino.



Porque no hay más que alzar la mirada al cielo con voluntad de ver, y observar que nos sobrevuelan gigantescas criaturas aladas. Águilas, buitres, cigüeñas… ellas están muy por encima. A veces descienden para posarse entre nosotros. Como los halcones peregrinos que anidan en algunos edificios o el milano que la primavera pasada planeaba entre los árboles del Parque del Oeste. Por su tamaño probablemente era una milana bonita. Quizás ya lo sepáis pero resulta que en las rapaces es habitual que la hembra de la especie sea más grande que el macho. Así que las señoras águilas imperiales y reales que anidan en Madrid siempre serán más fuertes que cualquier pájaro de los que viven en las banderas.



Te rogamos, San Antón, que bendigas también a los más pequeños e indefensos, y a ese señor que pasea el perro en la placita del convento de La Encarnación. Cuando los gorriones le ven aparecer comienzan a piar a su alrededor mientras se acerca caminando, y cuando llega a la puerta de la iglesia se colocan todos en la verja de la entrada frente a él, a la espera. Entonces comienza el baile. Él lanza migas de pan al aire, que ellos cogen al vuelo y pasan de una mano a otra y de ahí, vuelta a la verja con una sincronización extraordinaria. Parece un maestro de Tai-chi o un malabarista. Eso sí que es un espectáculo. Hipnótico.



Bendice a los gorriones y protege a sus volanteros para que cuando caigan del nido sean encontrados por sus padres y les ayuden a despegar del suelo, que cada vez nos quedan menos y los queremos durante mucho tiempo con nosotros. Porque ahora queremos más. Nos hemos crecido. Tenemos la fortuna de poder disfrutar del Manzanares a su paso por la ciudad. Montones de especies de animales y plantas han vuelto al río. Se obró el milagro.



San Antón, bendícelos a todos ellos y a los bichos que lo han hecho posible. Ese renacer tiene mucho que ver con que este verano las carreras aéreas de vencejos, golondrinas y aviones fueran un auténtico festival y también con que nos hayan picado menos mosquitos.



Benditos sean los conductores que, con una sonrisa en la cara, pararon una calle de varios carriles para dejar pasar a una pata con su hilera de patitos detrás. Benditos el autillo que pone un sonar en la sinfonía nocturna de aleteos de murciélagos y coro de grillos en nuestros parques, las mariquitas que limpian de plagas de pulgón los rosales y las salamanquesas que cazan polillas a la luz de los faroles.



Benditas las perdices, los cuervos, los conejos, los zorros de la Casa de Campo que de cuando en cuando nos honran con su presencia a los que subimos al cerro de Garabitas en bici, corriendo o dando un paseo.



San Antón, envía todo nuestro amor a los que perdieron a sus compañeros de otra especie y libra de todo mal a los que cuidan, rescatan, conviven, acogen y protegen. A los que eligen adoptar con responsabilidad y a los que encuentran en un nuevo hogar una segunda oportunidad de ser queridos y respetados.



Que nos bendiga a todos San Antón, la madre naturaleza o, si nos permitís la expresión, la madre que nos parió. A fin de cuentas no hay nada más poderoso que la vida abriéndose camino en los bosques, los montes, los ríos y las calles de Madrid y del mundo entero.
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