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Adiós a Marujita Díaz

Somos Chueca

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Esta mañana los vivarachos ojos de María del Dulce Nombre Díaz Ruiz, conocida artísticamente como Marujita Díaz, se apagaban para siempre. Una polifacética artista (cantante de copla, tango y zarzuela, vedette y actriz) que, aún siendo octogenaria, no renunció nunca a los escotes, las plumas y los brillos ni a un diminutivo que le dio la fama internacional.

Más que valorada actriz en su día, con una gran vis cómica, en los últimos años de su vida desfiló por los platós televisivos como una friki y hasta fue protagonista de sonados montajes y discusiones con otras divas como Sara Montiel, que se apaciguaron con la muerte de su amiga. El pasado abril se supo que le habían embargado las cuentas para hacer frente a una multa de 22.000 euros por haber llamado alcohólico al hijo de Juanito Valderrama.

Nacida el 27 de abril de 1932 en el sevillano barrio de Triana, desde muy joven demostró un gran talento para el cante y al baile y un gran desparpajo hasta a la hora de vender cisco para el brasero junto a su madre. A los catorce años llegó a Madrid para hacerse artista, su verdadero sueño, donde actuaba en el intermedio de las películas que se proyectaban en el Teatro Chueca (un cine de barrio ubicado en el número 8 de la Plaza de Chamberí).

De allí saltó al cercano Circo de Price, entonces en la Plaza del Rey, donde le pagaban noventa pesetas diarias en un espectáculo arrevistado, “Luces de Madrid”, en el que además de cantar y bailar lucía sus encantos y derrochaba salero. Años más tarde, cuando era una auténtica estrella, regresaría al Price con otro espectáculo musical: De Madrid al Cielo, donde lucía un vestido repleto de bombillas que se encendían en un momento del espectáculo cuando se apagaban las luces de la sala.

Pero no fue hasta 1948 cuando logró su primer papel en el celuloide, en la película La cigarra, cuya protagonista era Imperio Argentina. Sus siguientes apariciones fueron como actriz de reparto en varias películas, en las que compartió pantalla con Carmen Sevilla, Tony Leblanc o Luis Mariano. En 1951 obtiene su primer papel destacado, como estrella de Una cubana en España, aunque la verdadera protagonista era Blanquita Amaro. Comienza así una fulgurante carrera en el cine, que interrumpirá en 1954 para convertirse en estrella la revista musical Las cuatro copas.

Entre la segunda mitad de los años 50 y mediados de los 60 fueron sus mejores tiempos, cuando coproducía sus propias películas y ya disponía de un sólido patrimonio. A partir de la década de los 70 comienza su declive. Sus cuerdas vocales ya no están en plenas facultades y Marujita no supo comprender que una retirada a tiempo es una victoria.

Por lo que respecta a su faceta de cantante, realizó cerca de cuarenta grabaciones discográficas que, salvo contadas excepciones como 'Soldadito español' y 'Banderita', pasaron sin pena ni gloria por las listas de éxitos. En ellas tocó todo tipo de géneros musicales, desde la revista al cuplé, pasando por la zarzuela, la copla o el tango.

Una vida repleta de luces y sombras, tanto en la parcela profesional como personal, que pone hoy su punto y final de manera inesperada, pues aparentemente no sufría ninguna patología. Atrás queda una dura batalla contra el cáncer, que ella misma anunciaba que había superado en septiembre de 2010, y que le afectó a colon, ovario y útero.

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