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Feijóo a la desesperada

Núñez Feijóo durante un mitin en la plaza de toros de Valencia durante la campaña electoral de las generales de 2023

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Según la RAE, el cínico es una persona que actúa con falsedad o desvergüenza descaradas. Dicho de otro modo, es aquel que habla de algo a sabiendas de que no es cierto, sin que sus afirmaciones le supongan ningún tipo de reproche moral. Para profundizar en la doctrina, ahí tienen a Alberto Núñez Feijóo. No se lo pierdan.

Se rompe España, se quiebran los cimientos de nuestra democracia, se perpetra un atentado contra el Estado de Derecho, se humilla a los españoles y se traiciona a la sacrosanta Constitución. Todo eso es lo que le espera al país, según el PP, cuando el Congreso apruebe definitivamente la amnistía el próximo 30 de mayo.  

La amnistía ha copado el discurso de la derecha desde las últimas elecciones generales, ha sido objeto de los más duros debates en el Parlamento y también la excusa con la que el PP ha sacado a la calle a miles de personas para protestar contra la norma, Y, sin embargo, ahora, resulta que ante el 12M lo mejor es no hablar de ello.

Curiosa forma la que tiene la derecha de defender a esta España nuestra. En Madrid lo que haga falta, pero no en Catalunya, donde el olvido penal se soslaya muy a pesar de los halcones del partido, siempre ávidos de más madera contra la normal  y contra el independentismo. Por esquivar, los populares han sorteado incluso la mención a ese supuesto referéndum que Sánchez ya tiene pactado con sus socios independentistas para trocear un país que no reconocerá, como diría el despechado Alfonso Guerra, ni la madre que lo parió.

El líder de la oposición, que no tiene más proyecto para Catalunya que el de que “los catalanes vivan mejor” (sic) sabe que tanto los indultos a los líderes del procés como la amnistía son ampliamente respaldados por el electorado catalán. Y sabe también que si agita demasiado el discurso contra los independentistas, el beneficiado puede ser Vox, a quien aspira a arrinconar en el tablero catalán. 

Con amnistía o sin ella, lo cierto es que el 12M pinta mal para los populares, que necesitan multiplicar por cuatro sus actuales y pírricos tres escaños en el Parlamento para arrebatar la cuarta posición a los de Abascal, que hoy tienen 11. Pero en la recta final de la campaña, en Génova se tientan la ropa porque los sondeos propios, los ajenos y hasta los prohibidos por la Ley Electoral auguran que el sueño húmedo de los populares de arrinconar a la extrema derecha se diluye a medida que se acerca la cita. 

Y la última ocurrencia de Feijóo, a la desesperada, ha sido hacer suyo el discurso xenófobo de Vox contra la inmigración como si entre el original y la copia, los votantes fueran a elegir por primera vez a un duplicado que se sube improvisadamente al falso mantra de que los inmigrantes irregulares invaden nuestros domicilios. Le queda un telediario para afirmar que nos roban las ayudas sociales y colapsan la Sanidad pública.

“En la calle y en las urnas” y “unir para multiplicar en lugar de dividir para restar” son las últimas apelaciones a los votantes de Abascal para concentrar el voto en torno a las siglas del PP. Son gritos a la desesperada para evitar la misma irrelevancia de hace cuatro años. 

No se cansan de acertar. Y no será porque en sus propias filas no haya habido advertencias sobre el mal hábito de emular a la extrema derecha y la ineficacia de acercarse discursivamente a su principal competidor. El resultado, según pronostica la demoscopia, no parece que vaya a superar el 10% de los votos. Igual que en Euskadi.

Mal augurio para arrancar otra campaña, esta sí decisiva para el líder del PP, como es la de las elecciones europeas, donde aspira a barrer a un PSOE que, cualquiera que sea el resultado del domingo, saldrá fortalecido de las catalanas después de salvar los muebles en las vascas. No está testado que Sánchez tenga siete vidas como los gatos, pero mucho menos que a Feijóo le vayan a dar los suyos otra oportunidad más si fracasa el próximo 9J, donde los europeos nos jugamos mucho y el líder del PP, sólo su supervivencia.

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